Linterna de Popa 031

Linterna de Popa 031

Jorge Baca Campodónico

Abril de 2016

Política Monetaria y Fiscal en Chile y Perú

¿Qué gobierno está manejando mejor su economía?

El último Reporte de Inflación del BCRP proyecta un crecimiento del PBI de 4% para el 2016 en línea con las expectativas del ministro Segura. Mientras tanto el Banco Central de Chile estima que el PBI de Chile crecería entre 1.25 y 2.25%. Una lectura rápida de estas cifras pareciera indicar que el gobierno peruano está manejando mejor la economía que el gobierno chileno.  En esta entrega analizamos la política monetaria y fiscal de ambos gobiernos y sus efectos sobre la balanza comercial y el déficit fiscal. Nuestro objetivo es determinar cuáles políticas tendrán mejores resultados en el mediano plazo.

Las economías de Chile y Perú tienen estructuras económicas similares. Las exportaciones de minerales son la principal fuente de ingresos de ambas economías. Las políticas monetarias siguen la metodología de Metas de Inflación en los dos países. Las políticas fiscales se basan en leyes de responsabilidad fiscal. Por lo tanto se esperaría que ante escenarios económicos de crisis mundial las respuestas de ambos países en términos de política fiscal y monetaria fueran similares.

Esto sucedió en la crisis del 2008. Como se puede observar en el Gráfico 1 en el 2009, ante la brusca caída de las exportaciones, ambos países ajustaron el nivel de importaciones rápidamente y evitaron caer en déficits de la balanza comercial. Sin embargo esto no ha sucedido con la crisis iniciada en el 2012 con la caída de los precios de los minerales. En el 2013, ambas economías vieron su superávit comercial reducirse a cero. Pero mientras que Chile ajustó su economía para mantener un saludable superávit comercial, el Perú, en su afán de mantener tasas de crecimiento del PBI que no están acordes con el escenario internacional y con su nivel de exportaciones, generó un déficit comercial que se viene ampliando con el transcurso de los meses.

 ¿Por qué Chile ha logrado mantener un superávit comercial mientras que el Perú ha incurrido en un creciente déficit?  La respuesta está en la falta de coordinación entre las políticas monetarias (BCRP) y las políticas fiscales (MEF) del gobierno del Perú, situación que no ha ocurrido en el vecino país del sur.

En el 2008, ambos países aplicaron políticas monetarias y fiscales coordinadas que permitieron una rápida recuperación de sus economías. En esa oportunidad los bancos centrales disminuyeron rápidamente las tasas de interés (ver Gráfico 4) y los ministerios de economía aumentaron el gasto publico generando déficits fiscales que en el caso de Chile llegó al 4% del PBI mientras que en el Perú llegó al 2% (ver Gráfico 2). Adicionalmente los tipos de cambio experimentaron una devaluación que fue mayor  en el caso del peso chileno (ver Gráfico 3).

En la presente crisis iniciada en el 2012, no ha funcionado la coordinación entre la política fiscal y la monetaria en el Perú, cosa que si ha sucedido en Chile donde las autoridades monetarias permitieron una significativa devaluación del peso (ver Gráfico 3) para enfrentar la caída de las exportaciones y mantuvieron la tasa de interés en 5% (ver Gráfico 4), mientras que el déficit fiscal apenas excedió el 2% del PBI. Estas políticas han desacelerado la economía y limitado las importaciones permitiendo generar un saludable superávit comercial.

En el caso peruano esto no ha sucedido.  Al inicio de la crisis el BCRP no permitió una devaluación acelerada del sol ni ajustó las tasas de interés, mientras que el MEF iniciaba  una política fiscal expansiva basada en el aumento del gasto corriente para los programas sociales (ver Gráfico 2).

Como consecuencia de la combinación de una política fiscal expansiva y una política monetaria de contención de la devaluación del sol, el nivel de importaciones no fue controlado y se generó el déficit de la balanza comercial que continúa creciendo.  Solo a partir de mediados del 2014 es que el BCRP ha dejado deslizar el tipo de cambio aunque sin alcanzar los niveles de devaluación observados en Chile (ver Gráfico 3). 

La política fiscal expansiva ha llevado a que la economía peruana crezca más que la chilena en el corto plazo pero a costa de tener déficits en la balanza comercial y en las cuentas fiscales. De continuar deprimidos los precios de los minerales, que es lo más probable, el  doble déficit en el caso peruano limitará el crecimiento del PBI en el mediano plazo. El reciente aumento de las tasas de interés y el deslizamiento del tipo de cambio son medidas de política monetaria en la dirección correcta para disminuir el déficit comercial. Sin embargo no guardan relación con el fuerte crecimiento del déficit fiscal.

Las autoridades peruanas han optado por el crecimiento artificial del PBI en el corto plazo vía aumento de la demanda (mayor déficit fiscal) a costa de generar un déficit comercial. En Chile han preferido sacrificar el crecimiento del PBI en el corto plazo, a cambio de obtener un saludable superávit comercial y una prudente situación de las cuentas fiscales. Los resultados de ambas políticas se verán en el mediano plazo. 

En el Perú, el próximo gobierno hereda una bomba de tiempo constituida por un creciente déficit fiscal y un persistente déficit de la balanza comercial, lo cual limitará las posibilidades de un crecimiento sostenible de la economía  peruana. En el caso chileno, restablecido el equilibrio de las cuentas fiscales y teniendo un saludable superávit comercial, la economía tiene las puertas abiertas para un crecimiento sostenido en el mediano plazo.

Resta saber cuál será la estrategia del próximo gobierno. Por un lado el próximo gobierno tiene la opción de practicar una prudente política monetaria y una sana política fiscal que permitan reducir progresivamente las brechas de la balanza comercial y de las cuentas fiscales. Por otro lado, tiene la opción de continuar con una política fiscal expansiva (menos impuestos y más gasto) a costa de incrementar la deuda pública exponencialmente y correr el riesgo de perder el grado de inversión. La estrategia ganadora será la que consiga atraer la mayor inversión privada. 

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