Linterna de Popa 13
Jorge Baca Campodónico
Diciembre de 2015
Los errores en la Política Fiscal
¿Qué tiene que hacer el gobierno para superar la actual crisis económica?
La política fiscal es el conjunto de disposiciones que definen los tipos y tasas de impuestos (ingresos del Estado) así como los niveles de gasto corriente y gasto de capital en cada uno de los sectores (ministerios). La política fiscal es definida por el ministerio de economía y representa una herramienta clave para implementar las prioridades del Estado e influir en la marcha de la economía de un país. La política fiscal no incluye la política monetaria (emisión de moneda, encaje y tasas de interés) que está a cargo del Banco Central de Reserva.
El objetivo de este artículo es demostrar que la priorización del gasto corriente del gobierno (programas de transferencias del gobierno a sectores de bajos ingresos) sobre la inversión pública practicada por el gobierno de Humala no ha dado los resultados esperados, al igual que similares programas practicados en Venezuela, Brasil, México y Argentina.
Es necesario aclarar que el autor no está en contra de los programas de asistencia a los más necesitados, sino en la forma de esta asistencia. No es lo mismo entregar una cantidad de dinero mensual a los pobres de una comunidad que instalarles luz, agua y desagüe. Las dos medidas alivian la pobreza de la comunidad, pero la primera es temporal y crea dependencia mientras que la segunda es permanente y aumenta la productividad de toda la comunidad.
De igual manera la eliminación o reducción de impuestos en forma indiscriminada puede ser contra productiva en la medida que se premia a empresas ineficientes contribuyendo a la pérdida de productividad de la economía en su conjunto.
En el gráfico 1 se presenta la evolución del resultado económico del Gobierno Central como porcentaje del PBI (valores positivos: superávit fiscal; valores negativos: déficit). Hasta fines de 1998 el déficit se mantuvo bajo control (a pesar del default de la deuda rusa, el fenómeno del niño y la crisis brasileña). La estabilidad de los tipos y tasas de impuestos conjuntamente con una priorización de la inversión pública sobre el gasto corriente (ver gráficos 3 y 4) fueron los pilares de la política fiscal hasta fines de 1998.
En el último año del gobierno de Fujimori esta política se revirtió. Se redujo la carga tributaria (mayores exoneraciones), se incrementó el gasto corriente (programas de ayuda a los más pobres) y se redujo la inversión pública. Esta política se acentuó durante los gobiernos de Paniagua y los primeros años de Toledo. Se eliminaron algunos impuestos y se redujeron las tasas de otros llevando el nivel de ingresos tributarios del 14.5% del PBI a fines de 1998 a 12.5% en 2002 (ver gráfico 2). Simultáneamente, se incrementaron los gastos corrientes (aumento de salarios a los maestros y mayores transferencias a las poblaciones de bajos recursos, ver gráfico 3) y se redujo drásticamente la inversión pública (ver gráfico 4).
En los últimos años de Toledo la situación del déficit mejoró como consecuencia del boom de los precios de los minerales. Sin embargo la política fiscal continuó priorizando el gasto corriente sobre el gasto en capital. La inversión pública como porcentaje del PBI llego a su nivel más bajo de los últimos 35 años (1.6% del PBI) mientras que el gasto público corriente llegó a representar el 13.5% del PBI.
Durante los primeros años del gobierno de García se continuó con la política de priorización del gasto corriente sobre el gasto en capital. Solo a partir de la crisis financiera del 2008 los gastos corrientes se redujeron de 13.5% a 12.0% del PBI y los gastos en capital se elevaron de 2.0% a 3.2% del PBI. Este cambio de política permitió una rápida recuperación de la crisis financiera del 2008.
La actual administración no aprendió del pasado reciente. A la crisis desatada por la desaceleración de la economía china, el gobierno ha respondido reduciendo la carga tributaria (ver gráfico 2) e incrementando los gastos corrientes a los niveles más altos de los últimos 30 años (14% del PBI) mientras que ha reducido el gasto de capital a niveles que se encuentra inclusive por debajo de los niveles alcanzados en 1998 (ver gráficos 3 y 4). Como consecuencia, el déficit fiscal ya superó los niveles alcanzados en el 2009 y se aproxima a los niveles de déficit de los gobiernos de Paniagua y de los primeros años de Toledo.
Dado que el escenario de la economía mundial no es promisorio (desaceleración de la economía china y precios de los minerales deprimidos), continuar con la actual política fiscal sería contraproducente. Se necesita de forma urgente una reforma tributaria que revierta la actual caída de la carga tributaria, acompañada de una contención del gasto público corriente y un significativo incremento de la inversión pública. La eliminación de las trabas a las inversiones y la mejora de la administración pública son necesarias pero sin una sana política fiscal corremos el riesgo de limitar el crecimiento del PBI a las tasas registradas en estos dos últimos años.