Expreso Informe Especial
Jorge Baca Campodónico
Enero de 2021
El Impacto de la Nueva Cuarentena
Va a llover sobre mojado
Y sucedió lo que ya se veía venir. El gobierno decretó una nueva cuarentena a partir del primero de febrero. La gravedad de su impacto sobre la economía es incierta porque no sabemos la duración ni la rigidez de la cuarentena, ni tampoco sabemos el nivel ni la forma de las medidas de mitigación que utilizará el gobierno para impedir la caída del PBI a lo largo de este año.
Si utilizamos la experiencia del año pasado, la cuarentena no se levantará hasta que no haya claros indicios de una reducción de casos nuevos. Levantarla antes de tiempo pondría en peligro la realización de las elecciones. La cuarentena no elimina el virus, solo reduce el ritmo de crecimiento de casos nuevos. La cuarentena solo impide que colapse el sistema hospitalario y da tiempo para que el gobierno mejore la infraestructura de salud. La terca insistencia de las autoridades en no hacer pruebas moleculares en forma masiva para detectar a los infectados en forma temprana, aislarlos, y rastrear sus contactos desafía el sentido común.
El gobierno para mitigar el impacto de la cuarentena ha anunciado la entrega de un nuevo bono de 600 soles. Si la entrega se realiza en condiciones similares a la entrega de los bonos del año pasado, se generarán aglomeraciones en los bancos y en los supermercados que aumentarán el número de nuevos casos. La prolongación de la cuarentena obligará al gobierno a otorgar nuevos bonos. Varios Planes de Gobierno plantean que el gobierno entregue bonos mensuales hasta la llegada de la vacuna.
Los programas Reactiva 1 y 2 y la entrega de bonos y retiros de las AFP y CTS han impedido que la caída del PBI sea mayor pero no han impedido que se pierdan millones de puestos de trabajo formales que la reactivación no ha conseguido reponer. El último dato disponible de diciembre de 2020 muestra que la reactivación no ha impedido que se pierdan más de un millón de puestos formales en Lima Metropolitana. Parte de los trabajadores formales que han perdido su trabajo se han visto obligados a migrar al sector informal (ver Gráfico 1).
Lo mas grave es que la nueva cuarentena llega en el peor momento. El impacto de los programas Reactiva y la entrega de bonos y subsidios se está diluyendo y el desempleo aun se encuentra en niveles excesivamente altos. El aumento de la informalidad ha hecho que el ingreso promedio del trabajador haya caído 12.6% en diciembre de 2020 en Lima Metropolitana. El efecto combinado del mayor desempleo y la mayor informalidad se ha traducido en una caída de las remuneraciones totales (masa salarial) de Lima Metropolitana de 25.6% en el mes de diciembre de 2020 (ver Gráfico 2).
La caída de la masa salarial no se ha traducido en caídas similares del PBI gracias a la entrega de bonos, retiros de las AFP y CTS y a los programas Reactiva que han compensado parcialmente la caída de ingresos de la población. Sin embargo, su efecto se va diluyendo y ya se aprecia su impacto en un estancamiento del PBI. Las cifras oficiales del crecimiento del PBI solo van hasta el mes de noviembre del 2020 en el que el INEI publicó una caída del 2.81%. El indicador mas reciente y que guarda una correlación muy estrecha con la marcha del PBI es la demanda de electricidad que divulga el Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES). Los datos del COES para el mes de enero del 2021 revelan un claro estancamiento de la demanda de electricidad (ver Gráfico 3).
La cuarentena impuesta por el gobierno va a motivar que llueva sobre mojado. El estancamiento observado en el mes de enero se acentuará y se convertirá en una caída significativa en el mes de febrero que se traducirá en una caída proporcional del PBI del mes de febrero con un impacto en los niveles de desempleo e ingresos que ya venían golpeados. Sin embargo, a partir de marzo se observarán crecimientos positivos del PBI, pero no por que la situación de las empresas mejore sino por un efecto netamente estadístico debido a que los niveles de producción de marzo, abril, mayo y junio de 2020 fueren muy bajos por la forzada cuarentena del año pasado.
Lo grave de la situación es que las tasas positivas de crecimiento del PBI que se observarán a partir de marzo no se van a traducir en nuevos empleos o reducción de la informalidad. Por el contrario van a obligar al gobierno al otorgamiento de bonos adicionales y a nuevos programas Reactiva. La economía peruana se convertirá en una economía adicta a los bonos y subsidios por lo menos hasta que llegue la vacuna y se aplique a un porcentaje significativo de la población.
Basado en este escenario, de una cuarentena de 4 semanas, y llegada de la vacuna en número suficiente solo en el último trimestre del 2021 y otorgamiento de nuevos bonos mensuales hasta fines del 2021 y muy probablemente de nuevos programas Reactiva o ampliación de los periodos de repago de los actuales, nuestro modelo PREDICE proyecta un crecimiento de 7.3% para todo el año 2021. Sin embargo, el crecimiento de 7.3% proyectado para el próximo año es una tasa engañosa por que es producto del efecto estadístico que ha generado la caída de 12% del 2020.
La mejor prueba de lo engañosa que puede ser esta tasa es que el nivel del PBI en el 2021 todavía se encontrará por debajo del nivel registrado en el periodo pre-pandemia. Los niveles de desempleo y de informalidad continuarán en niveles excesivamente altos y con ellos la pobreza y la desigualdad. Y todo a costa de incrementos significativos del déficit público y de la deuda como porcentaje del PBI que tendrán que pagar el gobierno entrante y las generaciones futuras y comprometerán el crecimiento del PBI en los años posteriores. En este escenario es muy probable que el tipo de cambio continúe deslizándose como lo ha venido haciendo en los últimos meses y que perdamos el grado de inversión.
¿Existe una alternativa al escenario planteado? Si existe pero pasa por el reconocimiento que tenemos un problema grave con el desempleo y la informalidad. El otorgamiento de bonos o subsidios no va a resolver la informalidad o el desempleo. Sin un programa agresivo de generación de empleo productivo y formal y de formalización que rompa el circulo vicioso en el cual estamos entrampados difícilmente se podrán implementar las reformas estructurales necesarias para lograr el crecimiento sustentable. Reformas del sistema previsional como la propuesta recientemente aprobada en comisiones por el Congreso no son viables con los niveles de informalidad y desempleo actuales.
El problema con los Planes de Gobierno (PdG) de la mayoría de los partidos políticos que participan de la contienda electoral es que no reconocen la gravedad del problema del desempleo y la informalidad. Muchos, por el contrario, ven en la informalidad la válvula de escape que permitirá la reactivación de la economía. Pocos Planes de Gobierno contemplan una estrategia de corto plazo para reducir el desempleo y la informalidad. Las reformas estructurales que se plantean en los PdG no serán viables si antes no se produce una reducción del desempleo y de la informalidad. Por el contrario la presión social que genera el desempleo y la informalidad conduce a soluciones populistas como las que hemos venido experimentando en el Congreso actual y muchas veces con el aval del ejecutivo.
Lo que se requiere es un “shock” de empleo productivo y formal que rompa el ciclo vicioso de menores ingresos, menos demanda, menos producción, más desempleo y más informalidad. Al igual que el combate a la pandemia y a la inseguridad requiere de medidas de emergencia, el combate al desempleo y a la informalidad requiere de medidas de emergencia que impidan un estallido social de imprevisibles consecuencias.
Para que el shock de empleo productivo y formal sea efectivo este debe ser orientado a actividades económicas que eleven en el corto plazo la productividad de los trabajadores. No estamos hablando de empleos temporales de limpieza o mantenimiento de veredas y caminos que muy poco aumentan la productividad del trabajador. Tampoco estamos hablando de grandes proyectos de inversión que demandan enormes recursos financieros y abren las puertas de las coimas y la corrupción. Estamos hablando de incrementar la productividad del pequeño agricultor a lo largo y ancho del país, donde está concentrada la informalidad y la pobreza. Aplicando experiencias exitosas como Sierra Productiva y esquemas de financiamiento tipo Mivienda se podrían hacer pequeños reservorios, canales de irrigación, riego tecnificado, siembra y cosecha de agua y actividades de forestación en miles de parcelas de pequeños agricultores que generarían millones de puestos de trabajo y contribuirían a reducir la pobreza y hacer crecer el PBI en el corto plazo.
De igual manera en el ámbito urbano marginal se podría aplicar el esquema de Mivivienda a la recuperación de millones de viviendas precarias incluyendo su saneamiento patrimonial y contribuyendo a la generación de millones de puestos de trabajo que se complementarían con obras de agua y desagüe, postas médicas y comedores comunitarios en los barrios de aplicación del esquema propuesto.
La aplicación simultánea de los esquemas mencionados en el ámbito rural y urbano marginal constituirían el Gran Salto (Big Push) necesario para revertir el circulo vicioso en la que nos encontramos y que ha sido agravado por la pandemia. Este Gran Salto posibilitaría la creación de encadenamientos y millones de empresas y empleos formales en todos los ámbitos de la economía y posibilitarían la implementación de las reformas estructurales necesarias para el desarrollo y crecimiento de nuestra economía.